Tras la orfandad de Robert, la señorita Reed fue la única que se preocupó sinceramente por él. Pensó que no podrían ser más cercanos hasta que ella le pidió que se mudara a su habitación libre para ayudarle con el trabajo. Sin embargo, poco después de la mudanza, algo cambió entre ellos.
Robert empezó a notar la feminidad de la señorita Reed, y ella empezó a ver cómo Robert había madurado. Se sintieron conectados por un sentimiento mucho más fuerte y extraño que antes, uno que se intensificaba cada día y se hacía cada vez más difícil de ocultar.